domingo, 10 de febrero de 2013

Entre el doce y el trece...

Ahora, vete...-dijo-. ¡Quiero volver a descender! Entonces bajé yo mismo los ojos hacia el pie del muro y ¡di un brinco! Estaba allí, erguida hacia el principito, una serpiente amarilla que os ejecutan en treinta segundos. Comencé a correr, mientras buscaba el revólver en mi bolsillo, pero, al oír el ruido que hice, la serpiente se dejó deslizar suavemente por la arena. Llegué al muro justo a tiempo para recibir en brazos a mi hombrecito, pálido como la nieve...

                                                                    Entre el doce y el trece...

Así pues, te deje aquí y fui a visitar mi octavo planeta. Cuando llegué, lo vi todo maravilloso, igual que la Tierra pero con todas las perfecciones. No había corrupción, no había guerra, todo era maravilloso... Su rey era bello, tenía barba y vestía de un modo peculiar, llevaba una túnica blanca y nada más. Empezamos a hablar y le conté toda mi historia, le hablé de mi flor, de los planetas que había visitado y las curiosas personas que en esos planetas había. Lo mejor de todo es que este rey ya se conocía mi historia y me pregunto: "Y en esta vida, ¿has actuado por amor?"

Hizo un juicio de mi vida en vista a mi amor por los demás, pero no fue todo, este rey me dijo que mi vida no había terminado, que haber muerto era simplemente un paso a la vida verdadera que me merecía por haber querido a todos esos personajes curiosos de cada planeta curioso. Ahora estoy aquí, con él, viviendo algo maravilloso que espero algún día tu consigas y así, amigo mío, estaremos otra vez juntos.

Si lees esto, por favor, lucha por conseguir la paz y que las personas de tu planeta se amen mutuamente para que todo sea mejor.

Firmado: Principito.

Óscar S.

No hay comentarios:

Publicar un comentario